Everhood y la subversión de la expectativa.

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El buen CharsFicción, colega y fundador de la CharsCueva, me pasó hace rato un código de un jueguito llamado Everhood. Y el hombre con mucha deliberación me dijo: Hermano, este juego está bien psicodélico. Te vas a pegar un buen viaje de aquellos. Por supuesto que, conociendo al Chars dije, “ah, si ha de estar psicodélico. Con lo bizarro que ya es el Chars, seguramente está rarísimo el juego”.

Y aún así, nada, y permítanme recalcar, nada me preparó para lo que estaba apunto de jugar.

Esta es una para nada imparcial reseña de Everhood: La inefable historia de los inexpresablemente divinos momentos de verdad (neta, así se llama el juego). Esta reseña que me tomó días hacer porque no tenía ni idea de como la iba a hacer.

A resumidas cuentas en Everhood eres un hombre de madera que perdió su brazo y debe recuperarlo mientras exploras todos los recovecos de esta misteriosa dimensión con el mismo nombre.

Es un juego divertidísimo en el que básicamente utilizas cuatro botones. Izquierda, derecha, saltar y ocasionalmente, el botón para rechazar/atrapar proyectiles.

Hasta ahí todo bien, pero permítanme explicar un poquito mejor de lo que realmente se trata.

Este es un título musical y de ritmo que hará que tus expectativas se caigan, se levanten y se vuelvan a caer, solamente para levantarse hasta la estratosfera.
 
 Nunca había visto un juego en el que el diseño fuese tan simple y tan rico al mismo tiempo, desde Undertale. Y es que los desarrolladores, se inspiraron precisamente en Undertale para crearlo. Son unos zapatos muy grandes para llenar pero estos sujetos lo lograron.

En Everhood te desplazas abiertamente en un mundo de personajes bizarros y niveles diversos, los colores que usualmente se inspiran en el neón y el synthwave complementan la estética a la perfección.

Y mientras en Undertale la música jugaba un papel ambiental, en Everhood toma el foco principal, pues los enemigos te atacaran en este extraño combate de baile, donde los niveles parecieran ser barras como en el guitar hero y la premisa es simple. No dejes que te hagan daño, evita los ataques a toda costa. Y para ello puedes desplazarte a la derecha, izquierda o saltar.

Visualmente si recuerda a Undertale, la manera en la que los personajes “hablan”, los diseños de estos “monstruos” y la oscuridad, el silencio y el aislamiento de tu protagonista.

Te despiertas siendo nadie, tomas consciencia, te roban un brazo y el juego inicia.

Y en el principio. . .

Una rana te pone en contexto con un leve tutorial donde experimentarás la primera fase del juego, un juego rítmico donde habrás de derrotar a tus enemigos sin atacarlos, solo comprobando que eres definitivamente más hábil que ellos hasta que se dan por vencidos. ¿Qué es lo que define a esta primera fase? Dos cosas.

  1. La música y
  2. La dificultad.

Desde que inicias el juego y te permiten escoger la dificultad, te dan las 4 opciones de siempre. Fácil, Normal, Difícil y Experto. Y los desarrolladores fueron tan amables de dejar en claro que la experiencia original fue pensada en difícil. ¿Quién soy yo para negarles ese privilegio? Así que lo puse en difícil y vámonos.

No tengo otra manera de explicarlo, pero en este juego no hay niveles. No hay almas, ni orbes o cositas rojas que te suban de nivel haciendo que la experiencia sea más amena. El que sube de nivel eres tú, el jugador. Pues la curva de dificultad está diseñada con tal perfección que puedes ver como en una sentada tus habilidades para concentrarte se afilan.

Después de las primeras horas jugando, esas partes que antes parecían imposibles se vuelven más y más sencillas. No porque el juego haya cambiado sino porque tú, el jugador, haz cambiado. El logro al terminar cada nivel no es porque repetiste mil veces el grindeo o porque te bufeaste con alguna poción o peor aún porque compraste algún arma con dinerito en el contenido adicional.

El juego no te da nada en la boquita, todo te lo ganas a pulso. Todo es instintivo, natural e interesante.

Ahora, la música, es otro tema. En un juego rítmico la música lo es todo. Y si eres de los que se pone las rolitas de los videojuegos en los audífonos y sobretodo si te gusta el asunto electrónico, synth y los temas de Undertale te los estuviste repasando en la cabeza un año, te admitiré: Everhood te va a fascinar.

Su apartado musical es bellísimo, cada personaje tiene su propio tema y lo utiliza hasta en la manera en la que te ataca o se expresa. La ambiental adorna e ilustra los niveles y las temáticas con proeza. Diría que entrega por completo.

Y hasta aquí el juego te deja un sabor a Undertale, puedes ver la inspiración y el juego es divertido. Te imaginas que puedes jugarlo hasta el final y finalmente llegas frente al villano principal, el Cerdo Dorado, el que te robó el brazo. Y entonces. . . Mueres.

Pero sobrevives…

Experimentando la primera subversión de expectativas, este juego, es mucho más que otro indie que se inspiró de un indie pero musical. Este juego, es una aventura que cuestiona las barreras de la realidad en la que tu personaje vive. Un viaje interdimensional existencialista donde todo se derrumba. Hasta el propio stage se disuelve, se recompone y se vuelve a romper.

Cuando regresas a controlar a tu protagonista, ya no eres el mismo. La intriga y el interés por el juego aumenta excesivamente y continúas tu viaje. Motivado no sólo para recuperar tu brazo, ese es el instrumento para que la historia avance, pero la voluntad por descubrirla la tiene el jugador.

A partir de acá el juego seguirá su curso, en todo momento estarás esperando volver a saborear un poco de eso. Desbloqueas la estación central, desde la que accederás a otros puntos del juego y habiendo completado todas, habrás conseguido el acceso para explorar el castillo donde se encuentra el villano que robó tu brazo.

Y a pesar de que esta batalla es como la quinta o sexta que haz hecho, luchas. A pesar de que cruzaste un desierto largo y cansado que te deja muchísimo tiempo para reflexionar, luchas. A pesar de que ya conociste a los personajes, te enamoraste de todos y te has invertido en la historia tienes una sensación de que el juego está por terminarse y luchas. La batalla es épica, difícil, terminas agotado y luego…

Algo ligeramente insatisfactorio sucede. Los villanos se reúnen y a regañadientes te devuelven tu brazo, admitiendo que esta no es la primera vez que te desafían, es más en múltiples vidas, en múltiples realidades, te han desafiado y siempre ganas.

Porque eres el jugador, eres el que tiene el control y sin importar cuantas veces pierdas, vuelves hasta que lo logras. Tu personaje, a quien llaman “El Rojo” no está atado a las reglas del mundo en el que los demás existen.

Y en lo que parecen ser los últimos momentos del juego, lo descubres. Este es un mundo de monstruos que alguna vez fueron humanos. Seres que renunciaron a la mortalidad para trascender a una existencia infinita, donde tu eres una pieza importante en el rompecabezas.

Y el juego termina, los créditos empiezan a caer…

Pero no se acaba. . .

Aquí sucede, la segunda subversión de expectativas. Esta es la segunda fase del juego y aunque parecía que veíamos un final, el juego aún tiene mucho que dar

Y lo hace incluyendo una mecánica nueva. La de hacer parrys, regresar ataques y finalmente eliminar a tus enemigos. Matarlos. Algo en lo que el juego hace fuerte hincapié. Matarlos para ¿liberarlos?, ¿O por el capricho de entender mejor este mundo?

Aquí se crea una resonancia ludo-narrativa. El personaje y tu, tienen la misma motivación. Y aunque Rojo, el protagonista, parece ser una criatura silenciosa y estoica, parece ocultar muchos secretos y saber más de lo que aparenta.

A partir de aquí, todo cambia. Una vez más. Te la pasaste esquivando en todos los combates y ahora debes contraatacar. Los instintos te traicionan, tienes que desprenderte de la jugabilidad que te motivaba a huir y sobrevivir y reprogramarte para ir de frente y eliminar al enemigo. Los controles parecen complicarse y por un instante sientes que estás jugando un juego completamente distinto. Uno en el que un contador te indicará cuantos personajes tienes que matar si quieres ver el verdadero final…

Everhood es grandioso. Y es grandioso porque es una experiencia en la que, aunque ingreses con expectativas, vivirlo en primera persona es auténticamente emocionante. Descubrir el juego, el universo en el que desarrolla y cada personaje para después convertirte en la sombre que lo destruye todo, es tan poético como divertido. El juego no te da un segundo de descanso y se reinventa a sí mismo, en múltiples ocasiones, forzándote a adaptarte cada vez que sucede.

Te mantiene al filo del asiento y con el control bien sujeto.

Me figura a mi, que este juego es un despliegue de habilidades, en el que los desarrolladores tienen muy claro lo que verdaderamente hace a un videojuego. Me impresiona la facilidad con la que, sin la necesidad de gráficos de última generación y mecánicas complicadísimas, nos entregan un juego de dificultad desafiante, que se ve, se escucha, se siente y sobre todo se juega tan bien.

No puedo recomendar el juego lo suficiente. Tremenda joya oculta en la que se podría convertir y es que ojalá la comunidad indie no tarde en descubrirlo y se transforme en el siguiente gran éxito que verdaderamente merece ser. Me atrevo a decir, que ha sido el mejor juego que he reseñado hasta este momento. Y si tienen la oportunidad de jugarlo, ni lo piensen.

¿Que si Everhood vale la pena? Hermano, vale cada mald*to segundo.


El Rubensan

Vago por profesión, reseñista por afición, jugando desde que nací y desde entonces soy pésimo. Me encanta escribir sobre videojuegos y sobre todo lo que me hace un teto.
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